Ponencia: Igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en el desarrollo y la democracia

Publicado el 16 Junio 2017
Discurso 19, 2017

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Dra. Teresa Incháustegui Romero
Directora general del Instituto de las Mujeres de la CDMX
Ponencia: Igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en el desarrollo y la democracia.
UPIICSA, Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas

“El tema de género es un tema que debe ser conocido, difundido, debatido, desarrollado en todas las escuelas, sobre todo en las escuelas de enseñanza media y superior”

Muchas gracias. Buenos días a todas y todos.

El tema de género, es un tema que debe ser conocido, difundido, debatido, desarrollado en todas las escuelas, sobre todo en las de enseñanza media y superior.

Necesitamos una gran revolución cultural en nuestro país para eliminar las grandes desigualdades, toda la discriminación por cualquier razón, por color, raza, clase social, por gente con discapacidad y sin ella, por personas indígenas y no indígenas, y con toda la diversidad de identidades de género.

Es parte de un trabajo muy importante que tenemos para la construcción de una sociedad igualitaria en donde todos y todas nos respetemos en nuestra dignidad como personas iguales.

Para mí es una gran oportunidad que me presten sus oídos durante estos minutos que voy a tener el gusto de dirigirme a ustedes.

Voy a tocar tres conceptos, espero hacerlo con precisión y brevedad, vamos a hacerlo breve para que tengan la oportunidad de reaccionar y que tengamos esta conversación, porque creo que eso es lo más importante.

Una autora que respeto y admiro mucho, en América Latina es Rita Segato, ella es una antropóloga que ha realizado aportaciones muy importantes en materia de género. Dice que el conocimiento se construye dialogando y que es en estas conversaciones donde podemos desarrollar, plantear dudas y construir conocimiento.

Primero, quiero referirme a la categoría de género, que es una categoría de análisis social sobre la que cada día se fundamenta mayor conocimiento. Es una categoría que comienza a desarrollarse a partir de los años setenta para nombrar algo que hasta entonces las Ciencias Sociales no habían identificado, incluyendo la Sociología.

Para los sociólogos, que somos los estudiosos de las transformaciones, del cambio de las instituciones sociales, a partir del siglo XIX somos oficiantes, profesionales de todo lo que son los conceptos de la sociedad moderna y de las socialidades modernas, es decir, de las formas de relacionarnos.

A partir del siglo XVIII y XIX, la población se dividía entre hombres y mujeres con finalidades de análisis sociodemográfico, porque ya sabíamos lo que era la conducta, los comportamientos que tienen que ver con la fecundidad, la nupcialidad, las formas de hacer parejas y construir matrimonios.

En la Sociología que se desarrollaba en los Estados Unidos existía la construcción de una teoría que se conoció como el Funcionalismo, en el que estaban establecidos los roles y las funciones sociales que las personas teníamos que hacer.

Primero, como hombres y mujeres estábamos completamente diferenciados en las actividades y funciones que cada uno teníamos que realizar. Todo estaba estructurado en un modelo de familia, un padre proveedor, trabajador de tiempo completo y una ama de casa dedicada solamente a las tareas de cuidado, también de tiempo completo y eso se tomaba, en la Sociología de ese momento, como una cuestión dada por la naturaleza. Era la Biología la que nos marcaba destinos sociales a las personas de manera distinta y nos quedábamos con eso.

En cambio, por ejemplo, la Antropología, que también es una disciplina social creada por los colonizadores, recordemos que la Antropología surge en Inglaterra porque los ingleses eran la gran potencia del siglo XVIII y XIX y tenían que generar un conocimiento en sus colonias para su gobernabilidad.

Los antropólogos estudiaban estas sociedades primitivas porque tenían la idea de que la sociedad occidental era la desarrollada, el ideal hacia el cual debían caminar las sociedades. Actualmente les llamamos sociedades originarias.

En Antropología comienzan a diferenciar socialmente los papeles de hombres y mujeres y empiezan a descubrir la división de roles y de funciones en las sociedades occidentales que se distinguían como funciones reproductivas avocadas para las mujeres y actividades productivas para los hombres.

Se dieron cuenta de que en estas sociedades primitivas no existía esa división, sino que las actividades estaban cruzadas y en muchas de ellas había muchos hombres que hacían labores de cuidado e incluso de amamantamiento.

Las antropólogas empezaron a tener esta visión de que las cosas no eran así por naturaleza, sino que había normas sociales construidas. En el caso de los pueblos originarios, ellas descubrieron rituales de iniciación donde se preparaban a hombres y mujeres para realizar estos papeles diferentes desde el punto de vista de la asignación de los roles sexuales en las sociedades occidentales.

Entonces descubren que hay funciones, papeles y roles que pueden ser intercambiables, que hay normas sociales que pautan los roles, funciones y apariencias que deben tener las personas de acuerdo al rol que juegan y que hay rituales que refrendan esas formas de organización.

Descubren un concepto que Gayle Rubin define como sistema sexo-género y jerarquías sexo-género, porque sobre la base de esas organizaciones se producen toda una serie de jerarquías, simbolizaciones y normas que regulan esas relaciones y eso es muy aceptable en la descripción de como evolucionaban esas sociedades originarias.

Cuando venimos hacía el mundo occidental, el reto era trasladar ese conocimiento que se estaba descubriendo a nuestras sociedades. Y hubo un elemento que vino de la mano de la Psicología, la disforia de género.

Los psicólogos empezaron a identificar, entre los años 60 y 70, casos de mujeres u hombres que tenían un sexo en su corporalidad y su psique estaba formada como la del sexo contrario y hombres o mujeres que estaban en esa disforia de género que aseguraban que tenían un cuerpo que no correspondía a su mentalidad ni a sus emociones.

Al hablar de esa disforia de género se empieza a crear una categoría que nos permite diferenciar el sexo de las personas del sistema y las jerarquías de género de una sociedad, categorías que nos indican cómo debemos ser y parecer las personas según el sexo en el que hayamos nacido.

Se empieza a descubrir que ese sistema y estas jerarquías dentro de las sociedades occidentales tienen también sus normas y rituales, su simbolización, su cultura y comienza un programa de investigaciones en las distintas disciplinas de las Ciencias Sociales y la Medicina, que descubren las diferencias entre hombres y mujeres, es decir, cómo se construyen, se viven, se reproducen y transforman los regímenes de género de cualquier sociedad.

Es cuando se define que el género es una categoría de análisis que está basada en una relación de poder, que establece jerarquías entre las personas en razón de su sexo biológico y que a partir de eso se construye una serie de normas y de comportamientos.

Incluso, a partir de ahí comienzan las teorías en torno al cuerpo y cómo esas formas de “generización”, de creación de identidades de género que construye la corporalidad de las personas, ya que la “generización” nos lleva a construir cierta emotividad y ciertas maneras de relacionarnos con nuestro cuerpo.

Pondremos de ejemplo el caso de cuál es la cultura del cuerpo que se les enseña a los hombres en nuestras sociedades, su cuerpo es de ellos, con autonomía plena, en posesión y ejercicio. Ellos pueden andar por cualquier lugar sin que les pase nada, tienen mucha más libertad y pueden tener una relación con sus órganos sexuales en donde se pueden mirar, tocar, se pueden manipular, se los pueden mostrar entre ellos.

En cambio ¿cuál es la educación que tenemos las mujeres con relación a nuestro cuerpo? Primero no debemos enseñárselo a nadie, todo debe ser una cosa oculta, sobre todo nuestras partes más íntimas, las mujeres no nos andamos comparando cómo tiene cada quien su órgano sexual. Además, nosotras debemos estar quietas, sentaditas porque la actividad, la expresión física abierta y ciertos movimientos corporales no son propios, apropiados para una mujer.

Y qué nos ocurre cuando encontramos que una niña tiene ese manejo libre de su cuerpo, corre, brinca, salta y hace, nuestro juicio sobre ella es que es “marimacho”. Y qué pasa cuando un varón actúa con fineza, que tiene modales y formas que no son las prescritas para su género. Entonces para nosotras es “maricón”.

Y en la evolución de un hombre y una mujer se están permanentemente estableciendo estos roles y estas normativas de género, existen una serie de rituales que van confirmando que una persona es de ese género.

Por ejemplo, los varones en la adolescencia donde tienen que mostrarse arrojados, valientes, temerarios, sin miedo a nada, incluso el tema del uso de la violencia con otros varones, se les transmite la idea de que ellos mandan, que tienen que ser muy hábiles y conquistadores, además hay un grupo de referencia que les está refrendando unos a otros que están bien.

En el caso de las mujeres también tenemos toda una serie de rituales que tenemos que hacer y que todas las amigas nos estamos reforzando. Con esta idea, los estudios de género señalan que en las sociedades las maneras de ser hombre y de ser mujer cambian.

Hay una historia de la masculinidad desde los griegos hasta nuestros días que demuestra cómo las formas de la masculinidad han ido cambiando, las maneras de ser hombres, de presentarse y parecer hombres han ido cambiando.

Lo mismo el tema de las historias de las mujeres, que son historias que han sido sepultadas. A nosotras nos invisibilizaron de la historia, de un montón de procesos sociales en donde no estábamos en la película. Para resarcir esta omisión ha habido un tema de reconstrucción para recuperar nuestra historia, nuestra trayectoria.

Aquí paso al segundo concepto, que es el de democracia, que viene de los griegos y que se trataba de una democracia entre iguales, los que eran ciudadanos griegos, parte del pueblo, de la ciudad y eran fundamentalmente los varones quienes eran ciudadanos.

Las mujeres eran parte de un ámbito personal de los ciudadanos donde ellos tenían su mujer y sus esclavos, las mujeres eran parte de lo que un ciudadano podía tener, pero eran sólo los varones los que llegaban a tomar las decisiones colectivas en la ciudad.

Hay toda una historia que tiene que ver con la construcción de la masculinidad, desde los griegos que eran bastante misóginos. Aristóteles definía a la mujer como un “no hombre” y desde su perspectiva era una persona incompleta, fallida.

Hipólito decía que las mujeres eran un mal para la historia y que lo peor que podía pasar con ese mal era que además las mujeres les daban vida a los hombres. Para él si ya era malo que hubiera mujeres, era todavía peor que los hombres las necesitaran para reproducirse, imagínense el grado de misoginia de Hipólito.

Entonces toda la tradición judeocristiana que también tiene todo un debate, dice que a nosotras, a las mujeres, a Eva nos sacaron de la costilla de Adán y los antropólogos físicos y los especialistas en evolución dicen que el verdadero hueso de la creación es la cadera de Eva, porque la posibilidad de la transformación de la cadera del homínido permitió que nos reprodujéramos y pobláramos la tierra.

El verdadero hueso de la creación no es la costilla de Adán, sino la cadera de Eva, porque ustedes saben que en el parto el hueso de la cadera de las mujeres se tiene que abrir.

El tema es que estas ideas misóginas, a la hora de construir el pensamiento que va a revolucionar de manera tan importante, tan radical, el mundo anterior al siglo XVIII es una herencia que llega junto con la herencia judeocristiana, a los grandes pensadores de la sociedad actual, que los tenemos a todos en el concepto más alto del conocimiento.

Por ejemplo, piensen en Kant, cuál es la revolución cultural de la que habló, lo que se conoce como el Iluminismo, el Siglo de las Luces, que viene después del Renacimiento y que empieza a crear una forma de conocimiento en donde ya la idea de Dios no es la explicación de todas las cosas, sino que aunque sea la explicación última, se acepta que las cosas y los fenómenos tienen causas más inmediatas que Dios para producirse y que este conocimiento es el que permite que el ser humano se pueda apropiar del conocimiento y transformar la naturaleza y manipular los fenómenos.

Como diría Bacon: “Ciencia es poder”, el poder de transformar. Entonces a partir de ahí la idea es crear una sociedad que no esté basada en las leyes de la naturaleza donde el más fuerte domina al más débil, sino crear una sociedad donde todos se reconozcan en su propio derecho, en su propia libertad para tomar decisiones y crear una sociedad basada en el orden civil que es el fundamento de una sociedad pacífica que lleva a una convivencia universal.

Para la creación de esa sociedad se crea un concepto que ya venía desarrollándose que es el individuo, el sujeto que Kant define como un sujeto con capacidad de raciocinio que puede sopesar lo bueno y lo malo y que en función a un principio moral que quiere decir superior, no moralino, es capaz de reconocer y poner el bien común por encima del interés individual.

Para Kant ese es el sujeto que debe ser el individuo para esa nueva sociedad civil, que va a llevar la paz y el reconocimiento para todo el mundo. Señala que es la razón lo que nos diferencia de todos los animales y a diferencia de ellos que pueden vivir y organizar sus sociedades por su instinto y su sobrevivencia.

El ser humano no puede vivir en la naturaleza, tiene que salir de la naturaleza y transformar el orden natural en un orden civil, humano y racional basado en el principio superior del bien común que va a permitir a todos la convivencia civilizada y pacífica.

Aquí hay un tema importante que es la razón, que es lo que nos permite hacer el juicio y por lo tanto liberarnos del instinto, separar nuestra voluntad del instinto y entonces tener libertad y establecer una norma creada por nosotros mismos y la cual podemos seguir.

Define al sujeto de ese nuevo mundo como un sujeto racional, con capacidad de juicio, con libertad de elegir y con autonomía, es decir, que se puede gobernar a sí mismo basándose en sus propias reglas, pero eso era para los hombres, no para las mujeres, porque Kant y otros más de los que crearon estos fundamentos filosóficos y morales de la nueva sociedad, dijeron que las mujeres no éramos racionales, que a nosotras nos faltaba la racionalidad y que por lo tanto estábamos penetradas por nuestros impulsos que no podíamos controlar y necesitábamos que alguien nos controlara y por lo tanto no teníamos libertad para elegir y mucho menos podíamos gobernarnos a nosotras mismas.

Entonces, crearon un orden civil en donde los hombres propietarios, eran los titulares de todos los derechos, del derecho a la propiedad, del derecho civil, el derecho a establecer contratos a nombre propio y auto representarse en juicios, del derecho al voto, a participar en las decisiones públicas y a nosotras nos negaron todos los derechos civiles, nosotras no éramos personas jurídicas, no teníamos derecho a la propiedad ni a la voluntad, a decir, hacer y decidir.

Las mujeres tenían dote para casarse, pero cuando se casaban la dote pasaba automáticamente al marido y ellas se quedaban si nada, entonces no éramos propietarias de nada y tampoco teníamos derechos ciudadanos y ese era el orden civil que establecieron.

El único orden nuestro era la familia donde el marido, el varón era la autoridad, el representante del estado civil en la familia con todo el poder de castigar a los hijos y con todo el poder de someter a la mujeres, con todo el derecho establecido en las leyes del matrimonio napoleónico, donde claramente estaba establecida facultad del varón para corregir a la mujer, era obligación de la mujer obedecer al marido, estaba en el contrato matrimonial porque la mujer no tenía ningún derecho.

Fue una larga lucha contra estos demócratas igualitarios, que se crearon iguales entre ellos mismos, para que nos fueran reconociendo como personas, con capacidad y juicio, con dotes, con capacidades y con el derecho a gobernarnos a nosotras mismas. Ha sido una lucha milenaria y continuamos peleando en algunos temas.

En muchos lugares a las mujeres se les regatea la democracia, los méritos, las capacidades para tener puestos -y no me refiero a puestos políticos, públicos, a puestos directivos, en empresas en instituciones y en decisiones públicas- todavía estamos en los márgenes regateando y qué decir de la violencia masculina que todavía se considera en algunas culturas como natural, como algo que tenemos que vivir.

La gente que está en la procuración de justicia, cuando la señora llega toda golpeada por el marido le preguntan, ¿pues qué le hizo? Entonces todas esas formas de violencia, la violencia sexual, el tema de la desigualdad salarial, porque las mujeres hacemos el mismo trabajo y a veces recibimos 25 o hasta 50 por ciento menos salario que un varón.

Con datos paradójicos, como por ejemplo, mujeres que no lograron cruzar la educación elemental y hombres que tampoco lograron hacerlo, la comparación entre los dos muestra que las mujeres ganan hasta la mitad de lo que pueden ganar los hombres con las mismas carencias de instrucción elemental.

Pero cuando observamos a las mujeres que tienen 25 años de estudio, con doctorados, nos encontramos que la misma brecha que hay entre hombres y mujeres que no tienen instrucción se repite, porque mientras abajo hay desigualdad, en las partes de arriba está lo que se llama el techo de cristal, que es que las mujeres no pasamos hacia los puestos más altos, aunque tengamos las mismas credenciales educativas, los mismos méritos e incluso a veces, hasta más compromiso y empeño en el trabajo.

Estos prejuicios y discriminación de género siguen vivos en muchos espacios, por eso seguimos dando la lucha. Justo por eso tenemos el tema de las políticas de igualdad que comenzaron hace más de 50 años.

En los años 50 por un impulso de mujeres que llegaron a las altas esferas de la Organización de Naciones Unidas y desde ahí impulsaron una agenda que se venía construyendo en muchos países con muchos movimientos feministas.

La película de “Las Sufragistas” es muy ilustrativa porque habla del momento de principios del siglo XIX cuando este patriarcado de la modernidad estaba muy consolidado, donde prácticamente una mujer no tenía salida, no podía liberase de ninguna manera, por ejemplo estas mujeres fueron a la cárcel y fueron torturadas por luchar por el derecho al voto y fueron mal vistas y repudiadas por muchas mujeres que las veían como brujas, alborotadoras.

Este tema que ha venido desde los años cincuenta a raíz de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que hace la ONU en 1945, en donde la señora Roosevelt con otras personalidades se dan a la tarea de revisar la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que se había dado en París en 1789. Todo este equipo revisa desde una perspectiva de género y multicultural el tema de la declaración y se propone hacer una declaración de derechos en la que no haya una distinción de razas, color, religión, sexo, nada y ahí es donde realmente se pone la primera piedra de una gran revolución jurídica y cultural porque es cuando se habla de los derechos humanos de todas las personas de un país, de todos los países.

En lugar de tener una declaración como la de París que se refería a todos los hombres, en esta nueva Declaración se habla de que todas las personas nacen con derechos. A partir de ahí, la ONU empieza a crear una serie de iniciativas para equilibrar los derechos de las mujeres y darles derechos que solamente tenían los hombres, como los derechos civiles y políticos.

Se crean una serie de convenciones, la primera es la creación de una convención en contra de la trata, que en aquel en momento era trata de blancas, tráfico y prostitución y para fijar la voluntad de la mujer para contraer matrimonio, porque las casaban sin preguntarles.

Entonces, se reconoció el derecho de la mujer a aceptar o rechazar el matrimonio, se fijó una edad porque las obligaban a contraer matrimonio a los 10 ó 13 años, sobre todo algunas comunidades asiáticas, en nuestro caso algunas comunidades originarias y pueblos indígenas siguen con esas prácticas. También, se estableció que la mujer casada pudiera mantener su apellido y nacionalidad porque los perdían al contraer matrimonio.

En los sesentas, la siguiente convención es el derecho a la educación en todos los niveles. A penas ahí se abría la posibilidad de que las mujeres accedieran a todos los niveles de educación e incluso a aquellas carreras que estaba casi proscrito que estudiaran, estamos hablando de las profesiones facultativas que la persona tenía una firma que la facultaba a dar dictámenes, a tener autoridad técnica profesional como era abogacía, ingeniería y otras de este tipo.

Se hace la primera convención internacional en los años setenta para revisar toda la situación de las mujeres y comienzan a avanzar, hasta que en los noventa se comienza a conformar una plataforma de políticas y una declaración que es firmada prácticamente por todos los países y a partir de ahí se crean los mecanismos institucionales de género que son los institutos, las secretarías, los ministerios de igualdad y se abre una agenda que más o menos tiene estos perfiles.

Primero, la igualdad jurídica que implica revisar toda la legislación, no sólo la parte constitutiva y la legislación secundaria, sino los códigos civiles, penales, las disposiciones administrativas, para eliminar los sesgos discriminatorios en contra de las mujeres y hay que buscarlas con lupa porque aunque hay algunas muy evidentes, otras están muy bien camufladas.

El derecho es un discurso y una disciplina que se fundó sobre la base de la exclusión de las mujeres, sobre la falta de derechos de las mujeres y está muy imbuido de ese patriarcalismo que pasa tersamente naturalizado en los discursos y hay que hacer mucha arqueología del discurso, como diría Foucault, para encontrarlos.

Por ejemplo, el tema de que para que una mujer lograra probar que había sido violada tenía que dar fe de su honestidad, si no tenía todas las cartas para demostrar que era una mujer honesta, la pudieron haber ultrajado 20 y no habría habido ningún problema, si ante la mirada patriarcal la señora no tenía honorabilidad, no se reconocía el delito.

Había unos Estados donde el abigeato, que es el robo de vacas era un delito con mucha más alta penalidad que la violación o el estupro, como las mujeres no teníamos personalidad jurídica, tampoco se nos acreditaba ser objeto de ofensas.

Si un hombre violaba a una mujer, la ofendida era la familia o el papá y si venía el violador y decía que se casaba con ella, a la mujer no le preguntaban, era para lavar la honra del señor que era el ofendido, que la mujer tenía que casarse con su violador, porque a las mujeres no se les reconocía en estos temas de delitos sexuales, no se les reconocía como agraviadas en los delitos sexuales, por eso se les llamaba delitos de honor y eran contra la familia, no contra las mujeres.

Ha habido todo un trabajo que se ha venido haciendo y aún hay muchas cosas que revisar para llevar esta legislación y principios hasta cuestiones normativas.

Hay ocasiones que en alguna fundación, que tiene que ver con algún sindicato, para que las mujeres trabajen tienen que llevar alguna autorización del marido. Pero eso ya está abolido en la ley, ya se nos reconoció el derecho al trabajo, el derecho a la propiedad, al desarrollo, pero todavía hay lugares donde de usan este tipo de disposiciones.

Las políticas tienen que pasar por esa armonización legislativa, en el caso de México que somos 32 estados, tenemos que crear un piso homogéneo de derechos para que todas las mujeres que estén en nuestro territorio tengan los mismos derechos, esa es una política.

La otra es el tema del empoderamiento, las mujeres como fuimos asignadas a las tareas domésticas como nuestra tarea fundamental, hemos tenido que remontar para terminar con la dependencia económica y generar nuestros propios recursos y de esta manera fortalecer nuestra propia autonomía de decisión, porque está probado que en las parejas donde la mujer contribuye tiene mucho más participación en decisiones y recibe menos formas de violencia que cuando es dependiente económica.

Ahí todas las políticas tienen que ver con la capacitación, la formación, el desarrollo de habilidades empresariales, de oficios, también con el tema de las posibilidades de créditos e ir abriendo campo en actividades y empleos que no eran muy acudidos por las mujeres, por el sexismo del mercado de trabajo y el tema de salario igual a trabajo igual.

Otro de los elementos fundamentales es el asunto de eliminar estas formas institucionalizadas de la violencia hasta tipificar los delitos como los delitos sexuales y darles una serie de apoyos a las mujeres para evitar la violencia, prevención en casa como en los espacios públicos y desarrollar una serie de servicios para su atención en las áreas de justicia donde nos enfrentamos, y en todos los países del mundo, sobre todo en América Latina a una gran dificultad para que se entiendan los derechos de las mujeres, por parte de los operadores de justicia.

El otro tema es la participación política, ahí es importante que las mujeres que hacen trabajo en las comunidades rurales y urbanas, tengan la posibilidad de tomar parte en las decisiones, tanto comunitarias, como en los órganos de representación popular. Ahí hemos venido caminando desde las cuotas, que era una forma de romper la discriminación, hasta la paridad, que ya está lograda en muchos países y en México también.

El tema también muy importante del derecho a la salud sexual y reproductiva, a veces está muy ligado a la violencia, pero sobre todo tiene que ver con el tema de decidir sobre su cuerpo, porque los hombres deciden sobre su cuerpo, deciden sobre su sexualidad y las mujeres no.

A veces, no tenemos la información para prevenir un embarazo y a veces ni siquiera la posibilidad de interrumpirlo cuando no estamos en posibilidades de tener un hijo, otras veces ni siquiera tenemos la libertad de ir caminando vestidas como queramos.

Hay un tema con el cuerpo de las mujeres que tienen que apropiárselo, porque su cuerpo tiene que ser suyo y tiene que tener la libertad de decidir cuándo quiere tener relaciones sexuales, cuándo no y con quién, entonces tiene que ver con la autonomía y con los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Ahora tenemos todo el acceso del derecho a la información, a las nuevas tecnologías, que es también una nueva frontera en términos de participación en el foro del conocimiento y tiene que ir acompañado de todo un arsenal de mecanismos, de metodologías, de guiones, de capacitación, de formación, de indicadores, de métodos de seguimiento y de evaluación para rendir cuentas de los avances y saber en qué nos estamos atorando y qué estamos haciendo.

Las políticas de igualdad son de tres tipos: Uno, buscar igualdad de trato, que no haya discriminación, que no haya obstáculos que les impidan acceder a sus derechos. Dos, las políticas de acciones afirmativas para que puedan acceder a ámbitos o actividades en donde por los roles de género habían estado excluidas y la tercera, las políticas de transformación de las relaciones de género, donde están incluidas políticas de igualdad también para los varones, en términos de transformar las formas de masculinidad y para buscar un nuevo equilibrio en la distribución del poder, de recursos, de participación y toma de decisiones.

En la Ciudad de México estamos como para pasar a este último nivel, el futuro del Instituto de las Mujeres tendría que transitar a ser una instancia de políticas de igualdad, que incluyera políticas para la transformación de la masculinidad y de participación de la masculinidad en los ámbitos de las actividades del cuidado y de otras actividades.

Lo que vemos es una humanidad, como lo plantean los Objetivos del Desarrollo Sustentable, una humanidad 50-50, en donde las dos partes, hombres y mujeres, junto con toda la parte de la diversidad de género, lleguemos a una sociedad de convivencia de pleno respeto, de igualdad de trato y de compartir y no de mirarnos como que a unos nos toca una cosa y a otros otra, sino que somos dos miradas distintas con una sola finalidad, la de crear un mundo sostenible, democrático, igualitario, incluyente y pacífico que todos queremos lograr y ya nos estamos tardando.

Muchas gracias.

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